El Crack

A Jorge Valdano, maestro del fútbol,
en su triple magia de juego-espectáculo,
 de arte, modelo de vida social.


Goyo Luna, puntero izquierdo del Sol de América, era, a los veinticinco años, un esmirriado depósito de perfecciones ocultas. De su aspecto físico, mejor no hablar; sobre todo ahora cuando ya no está entre nosotros. Hay que recordarlo vivo, sin aureola ni nada, pero con el respeto que se debe a los que dieron su vida por el fútbol. ¡Y de qué manera ofrendó la suya Goyo Luna, señores! […]
De baja estatura, 1,60, a gatas, algo patizambo y chueco. Sobre todo del pie izquierdo que lo tenía muy torcido hacia adentro. Esto, que podía constituir un inconveniente serio para un puntero izquierdo, a Goyo no le molestaba en lo absoluto. Al contrario, ese defecto era su orgullo, el instrumento perfecto que le había convertido en el mejor futbolista del país, dicho sin exagerar. […]
Los jugadores rivales, incómodos y despreciativos, como a una pelota desinflada lo veían. Lo veían como un muñeco de trapo, al que había que arrojar de la cancha a puntapiés cuanto antes. Pero él sabía evitar los fouls y las patadas asesinas, mientras mantenía girando a su alrededor el balón con esguinces de malabarista.

Este fue precisamente el primer apodo con el que el público lo bautizó. A medida que iba aumentando su popularidad le fueron poniendo otros: el Gaucho, el Gato, la Culebra, el Bochín, el Piojo, según la inspiración y el humor del público, en el delirio hacia su ídolo. El apodo que él más amaba era el malabarista, porque le recordaba a su padre, Peter Schoerner, de origen alemán, de Baviera, que de chueco no tenía nada. Era un virtuoso de los juegos malabares. Fue su primer maestro en el circo ambulante bajo cuya lona ambulante había nacido.
Su madre, María Luna, nombre que aparecía en los afiches, paraguaya de origen, nacida en la gran diáspora del 47, en Paso de los Libres y educada en los Estados Unidos, trabajaba como trapecista. Ambos eran los dueños del circo que durante años recorrió toda América Latina, desde México a Tierra del Fuego.
La atracción del número de su madre consistía en que trabajaba sin red. Una noche, en el salto de un trapecio a otro, perdió las manos de su partenaire y sufrió una caída que pudo ser mortal.
María Luna se salvo de milagro, pero Goyo, de quien ella se hallaba en cinta, sufrió las consecuencias. Nació paralítico y deforme. Peter Schoerner y María Luna vendieron el circo con los elefantes y  las fieras a un parque de atracciones de la capital y se dedicaron por entero al cuidado y rehabilitación del hijo minusválido.
Desde los dos o tres años, Peter Schoerner empezó a enseñar su arte al hijo, con tan buena fortuna que, a los cinco años de edad, Goyo no sólo recuperó la normalidad de sus movimientos sino que ganó otros anormales. […]   
Por su propia cuenta, impulsado ya sin duda por la irresistible vocación que había nacido con él, o tal vez como reacción a su desgracia, inventó juegos malabares con una pelota de fútbol. […]
Hacía cinco temporadas que jugaba en el Sol de América, de Manorá, el pueblo más pobre del país más futbolero de América. […] Goyo Luna le había hecho ganar al Sol tres ligas regionales y dos campeonatos nacionales. […]
En aquel enfrentamiento con su más encarnizado rival, por la clasificación en la semifinal de la Liga, El Porvenir batía al Sol por 3 – 0. […]
Goyo Luna creyó llegado su momento. Tocó el balón y no lo soltó más. […] Daba la sensación de que llevara atado el esférico al cordón del botín o pegado a la espalda como una ventosa. Se filtró como un golpe de viento por un claro del muro defensivo y se metió en la portería enemiga. […] El portero se arrojó sobre la sombra del hombrecillo culebra cuando este ya estaba agarrado a la red.
Repitió la hazaña tres veces más ante el delirio de los adictos y la humillación de los rivales. El último gol de penalty lo encajó en la red de manera inaudita. Se puso de espaldas al arquero y pateó el balón con un talonazo. Los hinchas aullaron de entusiasmo. El árbitro anuló el gol por antirreglamentario. […]
En el último momento, cinco minutos antes del fin del partido, sucedió lo terrible. El Malabarista se infiltró como de costumbre en el amontonamiento rival. Aprovechó un pase del centro-delantero Zoraya y conectó el balón de cabeza hacia la red.
En ese mismo instante, hecho ya el gol, “la  pared” de la defensa cayó sobre él como una tromba y lo proyectó de cabeza contra el poste. Se oyó crujir el cráneo como huevo que se quiebra para echarlo en la sartén.
El Goyo Luna estaba caído con la cabeza bañada en sangre sobre el 4 – 3 del triunfo. […] El pobre Goyo Luna entró en coma. Don Gonzalo Mendoza y Ruiz desencajo, interpeló al jefe de servicio. “Está frito –le contestó al patrón-. No puede durar más de dos días. Mañana le cortamos el oxígeno…”.
Lo misterioso, lo sobrenatural sucedió el domingo siguiente. […] Sol y Porvenir volvían a enfrentarse por la clasificación final. […]
Se reprodujo exactamente el desarrollo del partido anterior. […] Todo el mundo, amigos y enemigos, buscaban, adolecidos, la diminuta silueta ausente del malabarista. […]
De repente lo vieron… ¡Sí, lo vieron…! […] El malabarista repitió su hazaña del último partido, incluso el penalty del triunfo: 4 – 3. Y la clasificación del Sol. El estadio se vino abajo.
El jefe del servicio, los médicos de guardia y las enfermeras con cara de sorpresa y espanto verificaron que el cuerpo comatoso estaba allí, en su cama, la Nº 7, cubierto de congeladas gotas de sudor, olvidado de todo, aparentemente sin haberse movido.
-¡La cama estaba vacía hasta hace un rato! –explicó la enfermera-jefe al patrón-. Durante una hora y media lo buscamos por todas partes, hasta en la escalera del incendio. […]

-¡Parece que tiene calzados unos botines de fútbol…! –dijo la enfermera estupefacta, levantando la punta de la cobija y señalando con la mano temblorosa las extremidades del cuerpo yacente-. ¡Por lo menos…otra vez está allí!
-Sí…, pero muerto… -dijo el patrón irguiéndose con sorda irritación.
Salió de la sala a grandes zancadas, seguido por el séquito de túnicas y birretes blancos, apiñados en un cotorreo supersticioso sobre esos extraños botines de fútbol en los pies del muerto.




Augusto Roa Bastos





COMPRENSIÓN DEL TEXTO

1.     Clasifica las siguientes palabras en el cuadro según al campo al que pertenecen:
fútbol - árbitro-encestar – boxeo – boxeador – driblear – sacar – jugadores – natación -  esquí – entrenador - golpear.

Los deportes
Disciplinas
Personas
Acciones













2.     Escribe la expresión equivalente en castellano.

a.     Fouls: ________________________________________________________
b.     Partenaire: ____________________________________________________
c.      Penalty: ______________________________________________________
d.     offside: _______________________________________________________
e.     Córner: _______________________________________________________
f.       Crack: _______________________________________________________
3.     ¿La vida de que personaje se narra en el texto?
4.     ¿Cuáles eran las posiciones en las que jugaban Goyo Luna y su compañero de equipo, Zoraya?
5.     ¿Cuál es la intención principal de las biografías enciclopédicas?
6.     Lee la siguiente oración del texto. Luego responde las preguntas.
Fue su primer maestro en el circo ambulante bajo cuya lona ambulante había nacido.
¿Por qué crees que se repite la palabra ambulante? ¿Qué efecto ha querido producir el autor en el lector?
7.     Emite tu opinión:
a.     ¿Qué datos, de los que proporciona el texto “ El crack”, convierten a Goyo Luna en una personalidad de interés para ser biografiada? ¿Por qué?
b.     ¿Qué función cumple el breve texto que aparece luego del título?
8.     ¿Qué siente el autor del texto por Goyo Luna? ¿Tienes sentimientos similares por algún deportista? ¿Por quién? ¿Qué admiras de él o ella?
9.     ¿Cómo calificarías la actitud de Goyo Luna frente a su discapacidad?
10.  ¿Qué rasgos de carácter crees que son necesarios para superar un problema físico como el de este futbolista?
11.  Compara el relato “El Crack” con la biografía de un futbolista conocido que encuentres en la internet? Luego, contesta lo siguiente:
a.     ¿Qué diferencias encuentras entre ambos textos?
b.     ¿Qué fin persigue un lector al leer la biografía que aparece en la internet? ¿Y al leer un texto como “El crack”? 





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